Muchos desconocen que existe unalengua de origen misanteco. Quedan muy pocos hablantes y en Misantla no queda uno solo. No hay intentos de r...
Muchos desconocen que existe unalengua de origen misanteco. Quedan muy pocos hablantes y en Misantla no queda uno solo. No hay intentos de rescatarlo y en poco tiempo se habráperdido.
Crónica de Misantla.- La lengua misanteca está condenada a desaparecer. Aunque parezca extraño, el misanteco es una variante del totonaco que aún se habla en algunas comunidades veracruzanas, sin embargo, quedan ya muy pocos hablantes, por lo que si no se hace nada efectivo en los próximos años, será demasiado tarde y entonces se habrá perdido para siempre una de las lenguas más importantes.
Ahora vive de milagro. Y es que según un censo del INEGI realizado en el 2000, apenas 550 personas mantenían viva la lengua. Lo peor es que de estas 550 no todas lo hablan. Un buen porcentaje es "recordante", es decir, sólo recuerda los significados de algunas palabras, pero no puede hilar ni siquiera una frase. Podrían ser muy útiles si es que se decide hacer un diccionario.
Lo grave es que este medio millar de hablantes cada vez disminuye más. Ya sea porque la gente muere de vejez o emigra a Estados Unidos. Mientras los más jóvenes se fueron para trabajar, los viejos que se quedaron están muriendo. En este preciso momento el número podría ubicarse en 400 ó menos.
"Tenemos que hacer algo y pronto, esto no puede esperar mucho. Si no implementamos un plan, de aquí a cinco años ya no habrá nada", comenta alarmado Crescencio García Ramos, subdirector de investigaciones de la Academia Veracruzana de las Lenguas Indígenas.
Es tan escaso el número de hablantes, que ni siquiera tuvieron un representante en Cumbre Tajín. Festival de la identidad. Y lo peor: la comunidad de Misantla (de donde son los misantecos) no tiene un solo hablante: de hecho, está a días de convertirse en un pueblo fantasma. Lo mismo sucede en Chiconquiaco y Naolinco.
Donde sí hay un número significativo de hablantes, cerca de 200, es en Yecoatla. Es, digamos, una especie de paraíso para los dos antropólogos de la Academia Veracruzana que han sido designados para enseñar a los hablantes reglas ortográficas y de pronunciación.
Porque la idea no es enseñar al que no sepa, sino al que lo habla, para que luego éste enseñe a los más jóvenes.
Ante la desalentadora realidad, García Ramos sólo atina a decir: "Este panorama es triste, pero así están las cosas. Obviamente requerimos del respaldo intelectual de académicos, así como apoyo económico del gobierno".
Uno de los avances más significativos que se han logrado hasta ahora para resolver el problema, es el del antropólogo Carlos Antonio Castro, quien rescató dos mil vocablos misantecos, luego de conversar con un solo hablante.
ANTECEDENTE. Cuenta García Ramos que hace unos mil años totonacos se instalaron en Misantla, Chiconquiaco y Naolinco. Venían del norte y caminaron por toda la Sierra Madre Oriental y bajaron por la costa, en Zempoala, donde estuvo el último imperio totonaco, hasta que fueron sorprendidos por los españoles.
A partir de este momento, la gente que logró sobrevivir por las enfermedades que traían consigo los españoles, migró hacia la sierra.
Ya en los tiempos de la evangelización, fueron agrupados y obligados a dejar su ropa, sus creencias y sus tradiciones. Si no hablaban español, los castigaban o les ponían un intérprete que les cobraba. Fue muy difícil esa situación, así que optaron por olvidar el misanteco.
Claro que algunos se resistieron y llegaron con su lengua madre hasta nuestros días. Ahora será cuestión de días para lograr que esta lengua prehispánica salga de éste, su estado agónico.
Crónica de Misantla.- La lengua misanteca está condenada a desaparecer. Aunque parezca extraño, el misanteco es una variante del totonaco que aún se habla en algunas comunidades veracruzanas, sin embargo, quedan ya muy pocos hablantes, por lo que si no se hace nada efectivo en los próximos años, será demasiado tarde y entonces se habrá perdido para siempre una de las lenguas más importantes.
Ahora vive de milagro. Y es que según un censo del INEGI realizado en el 2000, apenas 550 personas mantenían viva la lengua. Lo peor es que de estas 550 no todas lo hablan. Un buen porcentaje es "recordante", es decir, sólo recuerda los significados de algunas palabras, pero no puede hilar ni siquiera una frase. Podrían ser muy útiles si es que se decide hacer un diccionario.
Lo grave es que este medio millar de hablantes cada vez disminuye más. Ya sea porque la gente muere de vejez o emigra a Estados Unidos. Mientras los más jóvenes se fueron para trabajar, los viejos que se quedaron están muriendo. En este preciso momento el número podría ubicarse en 400 ó menos.
"Tenemos que hacer algo y pronto, esto no puede esperar mucho. Si no implementamos un plan, de aquí a cinco años ya no habrá nada", comenta alarmado Crescencio García Ramos, subdirector de investigaciones de la Academia Veracruzana de las Lenguas Indígenas.
Es tan escaso el número de hablantes, que ni siquiera tuvieron un representante en Cumbre Tajín. Festival de la identidad. Y lo peor: la comunidad de Misantla (de donde son los misantecos) no tiene un solo hablante: de hecho, está a días de convertirse en un pueblo fantasma. Lo mismo sucede en Chiconquiaco y Naolinco.
Donde sí hay un número significativo de hablantes, cerca de 200, es en Yecoatla. Es, digamos, una especie de paraíso para los dos antropólogos de la Academia Veracruzana que han sido designados para enseñar a los hablantes reglas ortográficas y de pronunciación.
Porque la idea no es enseñar al que no sepa, sino al que lo habla, para que luego éste enseñe a los más jóvenes.
Ante la desalentadora realidad, García Ramos sólo atina a decir: "Este panorama es triste, pero así están las cosas. Obviamente requerimos del respaldo intelectual de académicos, así como apoyo económico del gobierno".
Uno de los avances más significativos que se han logrado hasta ahora para resolver el problema, es el del antropólogo Carlos Antonio Castro, quien rescató dos mil vocablos misantecos, luego de conversar con un solo hablante.
ANTECEDENTE. Cuenta García Ramos que hace unos mil años totonacos se instalaron en Misantla, Chiconquiaco y Naolinco. Venían del norte y caminaron por toda la Sierra Madre Oriental y bajaron por la costa, en Zempoala, donde estuvo el último imperio totonaco, hasta que fueron sorprendidos por los españoles.
A partir de este momento, la gente que logró sobrevivir por las enfermedades que traían consigo los españoles, migró hacia la sierra.
Ya en los tiempos de la evangelización, fueron agrupados y obligados a dejar su ropa, sus creencias y sus tradiciones. Si no hablaban español, los castigaban o les ponían un intérprete que les cobraba. Fue muy difícil esa situación, así que optaron por olvidar el misanteco.
Claro que algunos se resistieron y llegaron con su lengua madre hasta nuestros días. Ahora será cuestión de días para lograr que esta lengua prehispánica salga de éste, su estado agónico.