REGIONES / Hay un expediente que revela un testimonio espeluznante de una realidad terrible, ignorada por los expresidentes municipales Cr...
REGIONES / Hay un expediente que revela un testimonio espeluznante de una realidad terrible, ignorada por los expresidentes municipalesCrónica de Misantla / Vega de Alatorre, Ver.- La niña de dos años está recargada en las piernas de la abue. La abue le colocó unos lentes negros de turista para caer en gracia. Y la niña, pies y manos flaquitas, interroga con los ojos grandes. Mira sin ver. Observa sin escudriñar, como si el interlocutor fuera un extraterrestre. Vida vegetativa, reducida a la nada.
Es un niño flaquito, flaquito, flaquito, como si toda la vida hubiera padecido hambruna. Desgarra el corazón. Apretuja el alma. Cadavérico, está inerte por culpa de la parálisis cerebral que desde hace un ratito llegó al pueblo.
El ojo grande, la frente amplia, el pelo parado, el niño frustró su crecimiento. Es adolescente, pero parece menor de edad. Mira, sin pronunciar palabra. Contempla, sin explicarse ni comprender el mundo a su alrededor. Y en forma automática sostiene en las manitas un diploma que le han dado para posar en la foto.
Desde alguna zona silenciosa de su cuerpo, el niño únicamente mira. El brazo y la mano huesuda están dobladas. Se ha acomodado las piernas en forma de triángulo. Hora tras hora vive con la cabeza recargada en una almohada. Mira. Solamente mira. Es su lenguaje. Su forma de hablar.
El niño más pequeño tiene dos años de edad. Otros, once años. Doce. Catorce. Quince. Dieciséis. Diecinueve, el mayor.
La mayoría, edad de adolescentes, cuerpos de niños, desarrollo emocional frustrado, inteligencia paralizada, promesa, aliento, esperanza, sueño, que fueron todos...
Y desde que anduviera en campaña electoral, la alcaldesa Leticia Rodríguez Vives integró una comisión para visitar casa por casa, colonia por colonia, congregación por congregación, y levantar el censo de los enfermos de un cáncer que diezma a la población.
De cada enfermo la cuadrilla del servicio social levantó una bitácora y tomó fotografías para tener a la mano un testimonio espeluznante de una realidad terrible, ignorada por los presidentes municipales (médicos, biológos, licenciados) que Vega de Alatorre ha tenido.
Y de cada historia clínica básica, elemental, integrada, la señora presidenta ha entregado copias a funcionarios federales, estatales y municipales, porque aquí, en el pueblo, hay una alerta roja, una tarjeta amarilla, gritando los días difíciles que viven.